1.29.2010

[ComuniComunicando: El papel del comunicólogo en la sociedad.


El papel del comunicólogo se ha ido complicando más cada día que pasa, y no es porque no haya nada qué hacer, sino todo lo contrario: cada vez descubrimos más y más potencial de la Comunicación, nuevos límites, lejos de los ya establecidos, nuevas fronteras que abordar, nuevos caminos y nuevos paradigmas que pueden permitir explicar más y más fenómenos y situaciones.

Es cierto que el campo de trabajo de un comunicólogo, aunque no vasto, es grande. En el momento en el que uno ingresa a la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, imagina un millón de situaciones, y en el momento en el que sale, imagina otro millón más, porque la Comunicación está en todos lados, a todas horas, en todos nosotros.

Pero, más que escoger en dónde, y cómo queremos trabajar, creo que es más importante considerar el factor que ha hecho grandes a los grandes: ¿Qué necesita la sociedad? Esta respuesta se puede contestar con algo simple: La gente ocupa saber comunicarse mejor, para eso estamos nosotros. Sin embargo, no nos damos cuenta de que mucha de esa gente no sabe comunicarse mejor, porque no sabe, así de sencillo. No es una cuestión de mejoramiento, sino de enseñanza.

¿A qué me refiero? A que la gente prende todos los días su televisión, esperando ver un programa de entretenimiento, que no está mal, porque desplaza los problemas de la realidad por un momento, para tener esa paz y esa tranquilidad al ver que no eres tú el de la vida conflictiva, pero no nutre a la gente para nada, no les da esas herramientas que necesitan en el día a día.

Cuando prendemos la televisión, sobretodo a últimas fechas, lo único que vemos son conflictos tras conflictos. En un estudio realizado por Emmanuel Álvarez Coria y su servidor, descubrimos que esta visión sí modifica la percepción de la realidad de las personas: tienen miedo a salir, miedo a caminar, miedo a sentirse seguros de sí mismos, porque ven un México conflictivo, un México armado.

Está en la ética del comunicólogo, incluso en la del comunicador, mostrar aquello que haga crecer a su público, no aquello que haga más estúpida su estancia en el planeta. Y cuando prendemos la radio, buscamos algo en internet, y no se diga la televisión, vemos eso: puras estupideces.

Como dicen por ahí: Es cuestión de actitud, el que quiere cambiar algo, y se decide, lo hace. Lo cierto es que en un país en donde la situación va más allá de una represión a la libertad de expresión, que va más allá de cortar presupuestos a sectores de educación para evitar que la gente se prepare más, que va más allá de amenazar a tu familia si sacas o no una noticia al aire, no se puede, y no se puede sino cambiando las bases de lo que rige a nuestro país, lo que se supone que debería darnos aliento y motivarnos a ser mejores cada vez más.

En algunos puestos del comunicólogo, como es la Comunicación Organizacional, muchas veces se les confunde con mercadólogos o con publirrelacionistas, sin saber que el comunicólogo precisamente se dedica a eso: a mejorar la Comunicación (ANGUIANO, s/f:s/p). ¿Cuántas veces no hemos visto que una empresa cae a los pies de otra, simplemente porque sus departamentos no estaban haciendo las cosas bien, los dichosos malentendidos?

El ser del comunicólogo fue preparado durante varios años para, aparte de saber detectar los errores en los vínculos comunicativos del hoy, sea o no en los Medios Masivos de Comunicación, saber comunicarse consigo mismo, saber detectar qué está mal dentro de él mismo, y así, poder ayudar a los demás.

¿A qué voy? Cuando se suscita una situación dentro de una empresa, por errores en las relaciones de comunicación que hay entre ellos, el deber del comunicólogo, el hacer del comunicólogo, radica en, una, ver cómo hacer que esa relación no se rompa, y si se rompe, mantenerla lo más profesional posible para que el funcionamiento de la empresa siga su curso, y dos, ver qué pasa con cada una de las partes, el porqué de que uno y/u otro departamento no funcione como debe.

Aterrizando el punto, esto no pasa en la sociedad. Muchos comunicólogos se pierden en el mundo de los chismes, de programas cercanos a la farándula, o simplemente, se quedan estáticos atrás de un espejo, moviendo controles de una consola. A mi parecer, creo que el comunicólogo está más que capacitado para hacer eso y más, no critico a quien le gusta, pero no estuviste sentado cuatro años o más para volverte a sentar después de graduado.

La sociedad necesita de alguien que se preocupe por escucharla, necesita saber cómo decir las cosas, en vez de andar gritando y tirando piedras, necesita alguien que se preocupe por ver el porqué de las acciones que hace o no hace, y que potencie estas acciones en la medida en que pueda crearse una armonía hasta en decir ‘buenos días’, todos los días.

La gente no está informada, la gente no sabe, y que me perdone quien diga lo contrario, pero es la verdad. Cuando platicas con alguien de escasos recursos, la mayoría de las veces tiene sólo tres temas para hablar: cómo le fue a su hijo en la escuela, cómo le está yendo a su marido del otro lado, y qué vio en las noticias hace rato… ¡ah! Y un cuarto: qué va a hacer de comer al rato, porque ya no le alcanza el dinero ni para eso.

Por eso la gente ‘acomodada’ no tiembla ante tanto conflicto, porque sabe que la sociedad está tan estática como lo está un animal mojado cuando hace frío, y no me refiero a que el deber de un comunicólogo sea alborotar, para nada. Simplemente, si mejoras contenidos, si mejoras la manera de hablar, si mejoras la manera de verte, de sentirte, aprendes a conocerte mejor y al mismo tiempo tus capacidades como persona, si lees, si te enteras, si disfrutas una película, si sabes tomarles mejores fotos a tu familia, la calidad de vida mejoraría para todos, la calidad de ser y estar vivos sería mejor. Estaríamos en competencia con países a los que nadie les ha puesto un hasta aquí. Seríamos más productivos.

Para algunos, me incluyo, es emocionante estar atrás de un micrófono diciendo una y mil tonterías, haciendo reír a alguien o incluso haciéndote reír a ti mismo. Para otros, que se sorprenden con cada producción cinematográfica que existe, o, anexo a eso, saben apreciar una buena película y una mala película, esa es su vida, y quisieran plasmar las historias que pasan por sus cabezas, en una pantalla. Para otros, lo mejor del mundo es desahogar las penas, contar lo que ven afuera de sus casas, en un pedazo de papel, o en su defecto, una pantalla con algún editor de texto. A otros les llama la atención hablarle a la nada, imaginando que hay alguien detrás de un aparatito que quizás está entendiendo todo lo que dice, riéndose con él, preguntando, comentando. Un sector, diría yo “más perfeccionista”, quiere que todo esté a tiempo, que se escuche. Todos coincidiendo en que, al hacer las cosas, se puede despertar una emoción, un sentimiento en la gente que percibe todo lo que hacen. Este es el campo de trabajo de un comunicólogo, y no significa que sea o sea lo único que tiene que hacer un comunicólogo. Para nada.

El ser y hacer de un comunicólogo se dispara desde el momento en el que le mete corazón, alma y una búsqueda intensa, no en cantidad, sino en calidad, de la verdad, una búsqueda por recuperar lo que la gente con tanto trabajo creó y que se ha perdido con el paso de los años debido a uno y mil factores: la Comunicación.

En resumidas cuentas, aparte de la profesión que inevitablemente es necesaria para poder comer diario, la esencia del comunicólogo se postra en la ética, en transmitir todo aquello que sabe, porque a final de cuentas para eso fue preparado: para transmitir. Si él se preocupa por platicar, contar, redactar, dibujar, todo aquello que ve sobre y detrás de cualquier mensaje, de cualquier imagen, es más fácil que la gente despierte, y todos sabemos que lo que nuestro país, nuestras familias, nosotros mismos necesitamos es eso, movernos, ser activos, no conformarnos con lo que tenemos, no buscar sobrevivir, sino vivir, y saber vivir bien, contigo mismo y con los demás.

BIBLIOGRAFÍA:

FERNÁNDEZ, Adaena (2003). Una Mirada a la Realidad del Comunicólogo de Veracruz, en “Razón y Palabra”. México: http://www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/logos/anteriores/n34/veracruz.html.

ANGUIANO, América (2004). La importancia del comunicólogo en la Organización del siglo XXI, en “Mi Espacio”. México: http://www.miespacio.org/cont/aula/xxi.htm.

HERNÁNDEZ García Cano, Rafael (1995). La docencia en el oficio del comunicólogo: reflexiones y propuestas a partir de experiencias en los cursos de teoría de la comunicación, tomo I. México: Universidad Iberoamericana.

ÁLVAREZ Coria, REYES Barón (2009). “México, un país violento: Análisis de la realidad que presentan los medios de comunicación en contraste a la percepción de la realidad del público de la ciudad de Morelia. México: UVAQ.

REYNA Ruiz, Margarita (2003). El título y la experiencia: el valor social del licenciado en comunicación. México: Casa Abierta al Tiempo.

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